“Nuestros
tiempos se han hecho ñoños, melindrosos, en verdad mojigatos. Nadie quiere ver
nada de lo que haya que ver, ni se atreve a mirar, todavía menos a lanzar o
arriesgar una apuesta, a precaverse, a prever, a juzgar, no digamos a
prejuzgar… Nadie osa ya decirse o reconocerse que ve lo que ve, lo que a menudo
está ahí, quizá callado o quizá muy lacónico, pero manifiesto. Nadie quiere
saber; y a saber de antemano, bueno, a eso se le tiene horror, horror
biográfico y horror moral. Se requieren para todo demostraciones y pruebas; el beneficio
de la duda, lo que así se ha llamado, lo ha invadido todo, sin dejarse una sola
esfera por colonizar, y ha acabado por paralizarnos, por hacernos formalmente
ecuánimes y escrupulosos e ingenuos, y en la práctica idiotas, completos
necios”.
Javier Marías.