El énfasis de la paradoja del ahorro en el informe del G20 para Ciudad de México fue el primer indicio de un gran cambio en la mentalidad del FMI con respecto a la política fiscal. En el verano de 2012, sus empleados repasaron las previsiones que habían hecho en la primavera de 2010, cuando empezó la crisis en la zona euro, y descubrieron que habían subestimado sistemáticamente el impacto negativo de los recortes presupuestarios. Aunque al principio de la crisis creían que el multiplicador era una media de 0,5 aproximadamente, ahora conjeturaban que a partir de 2010 había superado el 1. Eso significaba que recortar el gasto gubernamental en un euro, tal como exigían los programas de austeridad, reduciría la actividad económica en más de un euro. […] Una mala economía y unas suposiciones empíricas fallidas habían llevado al FMI a defender una política que destruía las perspectivas económicas de toda una generación de jóvenes del sur de Europa. Adam Tooze Crash