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Yo quiero vivir en inmundo sin excomulgados. No excomulgaré a nadie. Quiero vivir en un mundo en que los seres sean solamente humanos, sin más títulos que ése, sin darse en la cabeza con una regla, con una palabra, con una etiqueta. Quiero que se pueda entrar a todas las iglesias, a todas las imprentas. Quiero que no esperen a nadie nunca más a la puerta de la alcaldía para detenerlo y expulsarlo. Quiero que todos entren y salgan del Palacio Municipal, sonrientes. No quiero que nadie escape en góndola, que nadie sea perseguido en motocicleta. Quiero que la gran mayoría, la única mayoría, todos, puedan hablar, leer, escuchar, florecer. No entendí nunca la lucha sino para que ésta termine. No entendí nunca el rigor, sino para que el rigor no exista. He tomado un camino porque creo que ese camino nos lleva a todos a esa amabilidad duradera. Lucho por esa bondad ubicua, extensa, inexhaustible. De tantos encuentros entre mi poesía y la policía, de todos estos episodios y de otros que no contaré por repetirlos, y de otros que a mí no me pasaron, sino a muchos que ya no podrán contarlo, me queda sin embargo una fe absoluta en el destino humano, una convicción cada vez más consciente de que nos acercamos a una gran ternura. Escribo conociendo que sobre nuestras cabezas, sobre todas las cabezas, existe el peligro de la bomba, de la catástrofe nuclear que no dejaría nadie ni nada sobre la tierra. Pues bien, esto no altera mi esperanza. En este minuto crítico, en este parpadeo de agonía, sabemos que entrará la luz definitiva por los ojos entreabiertos. Nos entenderemos todos. Progresaremos juntos. Y esta esperanza es irrevocable.

Pablo Neruda

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Ocúpate de tus cosas.

Tecum habita et Noris, Quam sit tibi curta supellex. Persio.  (Nota del traductor: Ocúpate de tus cosas y verás cuán reducidos son tus recursos; también: Habita en tu propia casa y descubrirás la sencillez de tus posesiones). Immanuel Kant Prólogo. Crítica de la razón Pura.

La ética meritocrática.

       Un principio central de la ética meritocrática es la idea de que no merecemos que se nos recompense -ni que se nos postergue- por factores que estén fuera de nuestro control. Pero ¿de verdad poseer (o carecer de) ciertas aptitudes es un logro nuestro? Si no lo es, cuesta ver por qué quienes ascienden gracias a su talento merecen mayor premio que quienes bien pueden ser personas igual de esforzadas, pero menos dotadas de los dones previos que una sociedad de mercado casualmente valora más.     Quienes ensalzan el ideal meritocrático y lo convierten en el centro de su proyecto político pasan por alto esta cuestión moral, pero también ignoran algo más poderoso desde el punto de vista político: las actitudes muy poco atractivas (desde la perspectiva moral) que la ética meritocrática fomenta, tanto entre los ganadores como entre los perdedores. Entre los primeros promueve la soberbia; entre los segundos la humillación y el resentimiento.     (.....

Belleza.

  "Salgan en ese momento. No solo al exterior, sino también más allá de la trampa de la era electrónica que tan esmeradamente encierra a muchos. [...] Salgan, muévanse despacio y relájense, serénense, miren a su alrededor. No troten. No corran. [...] Presten atención a todo lo que rodea al camino rural, la calle urbana, el bulevar suburbano. Caminen. Paseen. Vaguen por doquier. Monten en bicicleta y recorran la costa durante un buen trecho. Exploren." John Stilgoe. Hay paz en ello. No permitas que la belleza de la vida se te escape. [...] Aun cuando nos enfrentemos a la muerte en guerras sin sentido, aun cuando nos matemos a nosotros mismos en un trabajo sin sentido, podemos detenernos y sumergirnos en la belleza que nos rodea, siempre. La quietud es la clave. Ryan Holiday