"Los patrones de comunicación arraigados en nuestros cerebros se apoyan en la presencia de la voz de otra persona, en las expresiones faciales del otro, en las emociones del otro y en un entorno asociado de confianza, lealtad y cooperación. Como estos elementos no están presentes en la palabra escrita, a la gente le cuesta algo más reaccionar a estas fuentes de información. No pueden otorgarles el mismo peso emocional, ni tampoco pueden recordar o utilizar tan bien la información que proporcionan. Por eso seguimos teniendo maestros, porque no podemos decirles a nuestros hijos que simplemente se sienten y lean libros, o que sigan las instrucciones que les da el ordenador."
Robert J. Shiller
Premio Nobel de Economía 2013
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