Aristóteles
pensaba que la suerte puede convertirse en algo demasiado bueno, y por
eso dejó escrito lo siguiente a guisa de advertencia: Y, puesto que la
felicidad necesita de la fortuna, creen algunos que la buena fortuna es lo
mismo que la felicidad; pero no lo es, ya que también es un obstáculo para la
felicidad si es excesiva, y, quizá, entonces, ya no es justo llamarla “buena
fortuna”, pues su límite está determinado por su relación con la felicidad.
Juan Antonio Rivera
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