“…la
saciedad cría insolencia, y la incultura con poder, insensatez. En efecto, para
quienes tienen en mal estado las cosas del alma no son bienes ni la riqueza, ni
la fortaleza, ni la belleza, sino que cuanto mayor es el exceso en que poseen
estas condiciones, tanto más intensa y frecuentemente trastornan a su
propietario, si no van acompañadas de sabiduría. Pues ‘al niño, ningún
cuchillo’, es decir, no entregar el poder a los viles”.
Aristóteles.